“ERA OBSCENO EN UN MUNDO NORMAL, PERO ¿QUIÉN QUIERE VIVIR AHI?"
Y yo me pregunto: ¿Quién va a
conformarse con la mediocridad cuando tiene la oportunidad de diferenciarse? Creo
que eso resume el marketing.
El film se desenvuelve en un mundo de irreverente
fetichismo bursátil, sustancias psicotrópicas de diseño, sexualidad
desenfrenada e irrelevante temor a la ley. El arte del exceso. Sin embargo, detrás de todo el excentricismo cinematográfico, la historia se
reduce a la venta de títulos-valores por Jordan Belfort y su manada de lobos,
basándose en una simulada estrategia de marketing 2.0 que se centra en el
cliente como sujeto hedonista que busca optimizar sus beneficios cuanto antes,
como se intuye en una de sus escenas (un simulacro de la misma, no del todo
preciso):
El cliente descuelga el teléfono fijo
con toda la pesadumbre que le supone haberse levantado del sofá. Será John,
piensa. Su inversor. Otra vez. Y sin novedades, probablemente. No estaba en lo
cierto. Al colgar una extraña sensación de sorpresa le poseyó. Cliente
satisfecho y una ración expectativas superadas con creces. Confiaba, entendía y
deseaba lo que le decían. Sabía perfectamente lo que estaba a punto de hacer,
por primera vez estaba decidiendo por sí mismo y sabía que era una buena
decisión. 8.000 dólares por ese paquete de acciones, bloqueo de la transacción,
y a esperar la gloria.
Es así, como su incompetente inversor de
toda la vida y su estancada cartera de valores acaban de ser sustituidas por un
joven vivaracho que se había anticipado a sus necesidades, que le había llamado
por su nombre y que le juraba poder desafiar al binomio rentabilidad-riesgo:
una pequeña inversión que reportaría beneficios incalculables en un futuro muy
cercano. Prometedor. Al fin. Al fin poder cancelar la hipoteca, volver a echar
un ojo a ese todoterreno, hablar con Randy para crear la empresa de pesca con
arpón (sin duda objeto de toda charla al atardecer) y quizás algún viaje
exótico, un Cartier o un traje de Armani para la boda de la pequeña Caroline.
Eso es, ese el verdadero sueño americano.
Y es ahí, justo ahí, donde termina la tarea del Marketing 2.0. Una vez conseguida esa línea de pensamiento por parte del cliente, problema resuelto. El cliente no solo ha comprado sino que ha estrechado vínculos de confianza con el vendedor, está tranquilo y volvería a tomar esa decisión de compra. Pero la cuestión va mucho más allá cuando el cliente no solo compra, sino que sus posteriores decisiones de compra van a depender del éxito de la primera.
El Marketing 2.0, en esencia, busca comunicar un contenido auténtico y
real usado en conversaciones y decisiones de compra de manera que los
clientes
llegan a sus propias conclusiones, y es que siguiendo el manifiesto
Cluetrain
“los mercados se forman de conversaciones”. Mr. Belfort adopta una
estrategia
basada en la identificación del cliente, el conocimiento de sus hábitos
de
consumo, convertirse en uno más de ellos y ganarse su respeto. Es así
como
busca conseguir que el cliente se comprometa con la compañía y que la
compra de
acciones sea una experiencia que le ofrece un cambio radical en su vida,
hasta
tal punto que la fidelización del cliente se convierta en fanatismo por
la
compañía, y fuente de distendidas conversaciones entre amigos
recomendándose mutuamente
que se animen a comprar. La estrategia empleada aparenta cumplir con
varios de los axiomas del manifiesto sobre el Marketing 2.0 creado por
la organización Creative Commons:
·
“¡Sorpréndeme!”
·
“Si quieres que compre
algo, tengo que entender qué es”
·
“Sé decidir por mi mismo,
gracias” “Hace tiempo que descubrí que algo caro no tiene por qué ser lo mejor”
·
“Confiaré más en lo que me
diga alguien de verdad como yo que en un famoso al que nunca he visto en
persona”
·
“Cuando te llamo por
teléfono quiero que me resuelvas un problema, no hablar con 3 telefonistas
diferentes”
·
“Me gusta que me llamen
por mi nombre”
Sin embargo, la paradoja se encuentra en
que falla al cumplir la principal máxima del Marketing 2.0 “No me
mentirás ni tratarás de engañarme. ¡Nada de publicidad engañosa!” por
lo que la estrategia se cimenta sobre una farsa que no tardará en
descubrirse.
Contar más, sería desvelar el final de la película.