Translate

domingo, 2 de febrero de 2014

MARKETING 2.0 EN WALL STREET

“ERA OBSCENO EN UN MUNDO NORMAL, PERO ¿QUIÉN QUIERE VIVIR AHI?"


Y yo me pregunto: ¿Quién va a conformarse con la mediocridad cuando tiene la oportunidad de diferenciarse? Creo que eso resume el marketing.

El film se desenvuelve en un mundo de irreverente fetichismo bursátil, sustancias psicotrópicas de diseño, sexualidad desenfrenada e irrelevante temor a la ley. El arte del exceso. Sin embargo, detrás de todo el  excentricismo cinematográfico, la historia se reduce a la venta de títulos-valores por Jordan Belfort y su manada de lobos, basándose en una simulada estrategia de marketing 2.0 que se centra en el cliente como sujeto hedonista que busca optimizar sus beneficios cuanto antes, como se intuye en una de sus escenas (un simulacro de la misma, no del todo preciso):
El cliente descuelga el teléfono fijo con toda la pesadumbre que le supone haberse levantado del sofá. Será John, piensa. Su inversor. Otra vez. Y sin novedades, probablemente. No estaba en lo cierto. Al colgar una extraña sensación de sorpresa le poseyó. Cliente satisfecho y una ración expectativas superadas con creces. Confiaba, entendía y deseaba lo que le decían. Sabía perfectamente lo que estaba a punto de hacer, por primera vez estaba decidiendo por sí mismo y sabía que era una buena decisión. 8.000 dólares por ese paquete de acciones, bloqueo de la transacción, y a esperar la gloria.

Es así, como su incompetente inversor de toda la vida y su estancada cartera de valores acaban de ser sustituidas por un joven vivaracho que se había anticipado a sus necesidades, que le había llamado por su nombre y que le juraba poder desafiar al binomio rentabilidad-riesgo: una pequeña inversión que reportaría beneficios incalculables en un futuro muy cercano. Prometedor. Al fin. Al fin poder cancelar la hipoteca, volver a echar un ojo a ese todoterreno, hablar con Randy para crear la empresa de pesca con arpón (sin duda objeto de toda charla al atardecer) y quizás algún viaje exótico, un Cartier o un traje de Armani para la boda de la pequeña Caroline. Eso es, ese el verdadero sueño americano.


Y es ahí, justo ahí, donde termina la tarea del Marketing 2.0. Una vez conseguida esa línea de pensamiento por parte del cliente, problema resuelto. El cliente no solo ha comprado sino que ha estrechado vínculos de confianza con el vendedor, está tranquilo y volvería a tomar esa decisión de compra. Pero la cuestión va mucho más allá cuando el cliente no solo compra, sino que sus posteriores decisiones de compra van a depender del éxito de la primera.

El Marketing 2.0, en esencia, busca comunicar un contenido auténtico y real usado en conversaciones y decisiones de compra de manera que los clientes llegan a sus propias conclusiones, y es que siguiendo el manifiesto Cluetrain “los mercados se forman de conversaciones”. Mr. Belfort adopta una estrategia basada en la identificación del cliente, el conocimiento de sus hábitos de consumo, convertirse en uno más de ellos y ganarse su respeto. Es así como busca conseguir que el cliente se comprometa con la compañía y que la compra de acciones sea una experiencia que le ofrece un cambio radical en su vida, hasta tal punto que la fidelización del cliente se convierta en fanatismo por la compañía, y fuente de distendidas conversaciones entre amigos recomendándose mutuamente que se animen a comprar. La estrategia empleada aparenta cumplir con varios de los axiomas del manifiesto sobre el Marketing 2.0 creado por la organización Creative Commons:

·  “¡Sorpréndeme!”

·  “Si quieres que compre algo, tengo que entender qué es”

·  “Sé decidir por mi mismo, gracias” “Hace tiempo que descubrí que algo caro no tiene por qué ser lo mejor”

·  “Confiaré más en lo que me diga alguien de verdad como yo que en un famoso al que nunca he visto en persona”

·  “Cuando te llamo por teléfono quiero que me resuelvas un problema, no hablar con 3 telefonistas diferentes”

·  “Me gusta que me llamen por mi nombre”

Sin embargo, la paradoja se encuentra en que falla al cumplir la principal máxima del Marketing 2.0 “No me mentirás ni tratarás de engañarme. ¡Nada de publicidad engañosa!” por lo que la estrategia se cimenta sobre una farsa que no tardará en descubrirse.
Contar más, sería desvelar el final de la película.